Por Astrid Sosa Erfurt.
A medida que nos vamos haciendo adultos, vamos recibiendo inputs del mundo exterior que van determinando nuestra personalidad, nuestro razonamiento propio y por lo tanto nuestro comportamiento en la vida. A veces, ni nos acordamos de qué es lo que determina este o aquel comportamiento repetitivo durante años ante hechos similares. Otras veces recordamos perfectamente o justificamos nuestras respuestas como legítimas ante un mismo estímulo pertrechados de un montón de creencias, en ocasiones, limitantes. A veces simplemente no nos observamos y perdemos la consciencia de lo que somos.
¿Y si cambiamos nuestra manera de relacionarnos con el mundo? ¿Y si tratamos de cambiar un pensamiento que nos hace reaccionar de determinada manera y que ni gusta ni nos gusta? ¿Y si nos paramos a sentir en vez de a pensar? ¿Y si escuchamos las señales que marcan las experiencias en nuestros cuerpos? ¿Y si escuchamos el silencio? ¿Y SI NOS MIRAMOS AL ESPEJO?.
En este vídeo, el hombre que se mira al espejo ve la persona que fue y que perdió en el camino, la persona que siempre podrá recuperar y empoderar para, desde ese lugar, volver a vivir en plenitud.